viernes, 20 de junio de 2014

Comentario sobre el artículo de Juan José Millás: Consumo cultural.

"O es consumo o es cultural". Así se puede resumir el artículo de Juan José Millás, donde el autor se queja libremente del halo consumista que rodea a toda forma de cultura. Aquí vamos todos de bohemios y el dinero no nos vale más que para hacer fuego, pues no hay cifra que se le pueda poner a la lectura de un buen libro o a la suave caricia de las notas musicales de una buena sinfonía. Él mismo lo admite en su artículo: "el libro tiene un costado contable, eso no podemos negarlo". Es evidente que no podemos negarlo. "Deberíamos ser más cuidadosos al elegir las palabras con las que nombramos las cosas". El ser humano sufre de una terrible desesperación y agonía si no puede llamar a las cosas por su nombre y llenar el mundo de cifras, listas, estadísticas, cuál es la altura media de los chilenos, qué es lo primero que hacen los hombres al despertar, qué porcentaje de mujeres fingen el orgasmo... 

Ya lo decía el Principito, el hombre adulto adora las cifras, "pero, claro está, nosotros, que comprendemos la vida, nos burlamos de los números". Vivimos donde vivimos y el dinero, no el amor, es la fuerza que mueve el mundo. Todo tiene un precio. Si compras un libro y no solo no lo disfrutas, sino que lo sufres porque es rematadamente malo y ha sido un sinvivir cada una de sus páginas, no puedes volver a la librería y exigir que te devuelvan el dinero porque no ha calmado tus ambiciones culturales, no. Dice Millás: ¿Acaso, cuando muere un autor, la necrológica señala lo que su pérdida implica desde el punto de vista económico? (...) Se omitió porque el beneficio económico era un daño colateral". Señor Millás, ese dato no se omite, sino que se camufla. No se habla de millones de euros, pero sí de número de copias vendidas que, al fin y al cabo, se traduce en euros y es más respetuoso que ese término tabú que es el dinero. Tampoco se habla de pérdida porque, al fin y al cabo, basta morirse para multiplicar las ventas. Perdemos a un artista y la suma de dinero sigue creciendo, lo cual deja una lagrimilla al lector y una sonrisa maliciosa y pícara al que pone la mano. 

"¿Pero debemos darle a la cultura y a la educación el tratamiento de un bien consumible? No lo creo, porque en ese mismo instante las reducimos a la categoría de lo prescindible." Teniendo en cuenta que en el artículo se compara leer un libro a comer un yogur, o según él la gente se alimenta del aire o no sabe qué significa 'prescindible'. Nadie se muere por no ir a un concierto. Por otro lado, si entendemos por cultura aquello que se goza y te hace crecer como persona, he de decir que el comer es un placer totalmente equiparable a ir al cine a ver una película francesa bohemia, por lo que no veo esa diferenciación de prescindible e imprescindible.

En conclusión, se le dé o no el nombre de "consumo cultural", que es básicamente la preocupación que se presenta en el artículo, las palabras son solo eso, palabras, y la realidad no va a cambiar por que se le dé otro nombre. El mundo es así, no lo he inventado yo. 

jueves, 19 de junio de 2014

PROPUESTA DE UNA JORNADA CULTURAL

Grupo de Recreación Fortún de Torres en la presentación
de Lanza y Oro de Javier Fornell en San Fernando
La jornada que propongo consiste en hacer un homenaje a la novela histórica yendo más allá de la propia literatura. Me explico: intentaríamos contar con los más célebres escritores de este género y con ellos se harían tertulias, mesa redonda, presentaciones, debates, etcétera. Pero, aunque serán protagonistas de la jornada, no estarán solos. Las actividades se realizarán en una zona acotada de la ciudad, al aire libre y accesible a todos, y procuraríamos ambientar esta zona, vistiéndola de la época de las historias de nuestros protagonistas.

La recreación histórica está en auge en España y son muchas las asociaciones o grupos de recreación los que se prestarían a colaborar en esta actividad. Si mezclamos historia y literatura, podemos obtener como resultado un cóctel teatral que hará al ciudadano sentirse abrazado por estas novelas históricas y sumergirse dentro de ellas. Mercados, teatrillos, actividades, lecturas… Hay un sinfín de posibilidades.

Para hacer posible esta jornada, las condiciones que deberíamos tener en cuenta son las siguientes:

            · Para los recreadores, necesitaríamos una explanada de tierra o césped donde montar el campamento, y deberíamos pagarles, además, gasolina, manutención (tres comidas diarias, agua no debe faltar y, a ser posible, cerveza tampoco) y una pequeña recompensa económica. Tampoco estaría de más contar con un polideportivo o algún otro lugar donde puedan dormir aquellos que no dispongan de lugar en el campamento. Y es fundamental que haya baños y duchas a su disposición las 24 horas del día.

Recreación en Fuente del Rey (Sevilla)
            · Aquel que quiera formar parte del mercado artesanal deberá pagar una pequeña suma por la plaza.

            · A los escritores no se les paga, que ya ganan algo promocionando sus novelas, pero sí se les concede la comida y bebida gratis (volvemos a la cerveza, alto importante).

            · Las actividades estarán dirigidas por los mismos recreadores, a no ser que sea estrictamente necesario contratar a otras asociaciones, bien sea de teatro, animadores, cuidadores, etcétera, lo cual supondría un gasto extra.


            · Deberemos contar con un presupuesto para adornar las calles, pagar a guardias y limpiadores y conseguir un equipo de sonido para alguna lectura o teatro.

En resumidas cuentas, lo que propongo es una especie de mercado medieval enfocado desde una perspectiva literaria. Es posible hacerlo y, creo, es una idea muy atractiva para un público que abarca todas las edades.